Lo necesario y lo posible surge de una situación bastante habitual para los artistas. Esta se da cuando hay que sacar las obras del estudio con motivo de una exposición. Lo único que queda en esos momentos, en lo que hasta entonces ha sido un espacio de experimentación, son los restos de los materiales que se han utilizado para desarrollar el trabajo. Esto se relaciona de alguna forma con la tesis que estoy realizando en torno al vacío como recurso de creación artística.
Lo accesorio en el estudio
A partir de esta
premisa, mi atención se centra en los elementos accesorios que hay en el
estudio. De forma más concreta, dada su relación con la obras, en el material
de embalaje, cuyo carácter intrínseco parece contener un índice de
negación, un impulso virtual para el ocultamiento, la desaparición o la
ausencia.
Una vez sustraída
la obra, lo que más me interesa de estos materiales es su carga negativa,
su potencialidad para conjugar los espacios inertes de la práctica artística y
su relación particular con la negación de la obra. Una forma de intentar
trascender la huella como prueba inexcusable de la presencia para buscar
otras formas de conjugar la desaparición.
Se
trata de ensayar una búsqueda más allá de las áreas relacionales. Salir del
campo expandido de la pintura para llevar a cabo una exploración de espacios
de negación. Lugares presentes en los talleres destinados a ser contenedores
o zonas invisibles a la percepción, que ofrecen la posibilidad de intentar nuevas
formas de articulación.
Lo necesario y
lo posible gira en torno a los
estados de transitoriedad de las obras, el carácter accesorio de los
materiales, la negación de la imagen como estado constitutivo de la obra;
pero ante todo, lo que plantea es una tematización del «negativo» que no
consista únicamente en la negación, sino en que dicha negación pase de ser nada
a convertirse en algo.
Este proyecto,
aún en proceso, verá la luz en 2015 en mi próxima exposición individual en la galería Agustina
Ferreyra de puerto Rico.
Irma
Álvarez Laviada
(Gijón, 1978)
Licenciada en Bellas Artes por la
Universidad de Vigo en la especialidad de pintura, llegó un momento en
el que la técnica se le quedó corta. Irma Álvarez Laviada se
cansó de pintar. O, al menos, se cansó de pintar con los pigmentos habituales.
Y como de toda crisis surge una catarsis, este «vacío» que dejaba la
disciplina fue utilizado por nuestra autora para volver a ocupar el espacio
«pictóricamente», para empapar las superficies de pintura sin pintura. Entonces
reparó en sus desechos, en todo aquello que se le niega a la obra y que
forma parte de ella. Por ejemplo, sus embalajes. Y Laviada comenzó a
plegarlos y a desplegarlos, a apilarlos, a acumularlos, a vincularlos; y
transformó así lo residual en un proceso creativo.
Esta fue la tesis de su exposición
reciente en la galería Sicart,
en Villafranca del Penedés, la que tituló Desapariciones, con algunas
ramificaciones en la colectiva Monocromos (galería Fernando
Pradilla de Madrid) y el estand de Gema Llamazares en la feria
Summa.
Laviada fue becaria en la Academia de
España en Roma (2012) e integrante de la muestra Injuve en 1996.
Pese a que finalizó sus estudios de licenciatura en 2001, continúa vinculada
a la Universidad de Vigo, en la que está redactando la tesis doctoral «El
vacío como despliegue autorreflexivo de la propia obra».Entre sus exposiciones
individuales destacan Procesos (ATM Contemporary,
2010); Campos de color (CEART, 2009) y Desaparecer es una idea, en la
galería Agustina
Ferreyra de Puerto Rico, donde Lo posible y lo necesario
se transformará en exposición en 2015. El espacio de La Naval en Murcia ha
sido otro de los últimos escenarios en los que ha entrado su obra.
(Ver artículo original. ABC Cultural)
(Ver artículo original. ABC Cultural)
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