Jueves, 27 de mayo de 2010, a las 20hInauguración de la exposición de Ángel Mateo Charris
Who’s Afraid of the Turner Prize?
Galería T20 C/Vitorio, 7 Murcia 30003
No es la primera vez que Charris se acerca en sus obras a los engranajes del mundo del arte, desde las ferias a las grandes bienales o del caprichoso vaivén de los ismos a las citas y referencias a todo tipo de artistas clásicos o contemporáneos. Ahora dedica un ciclo completo al siempre polémico premio Turner, probablemente el certamen de este tipo más conocido mundialmente junto al Hugo Boss.
–¿Quién le teme al premio Turner?
–Probablemente tanto los alérgicos a la contemporaneidad como los talibanes de la pureza estética, la gente con poco sentido del humor y los que temen que les muevan la silla de sus certezas, cosa que entiendo porque es una cosa muy molesta.
–Pero tú mismo pareces verlo con toda la ironía del mundo en esas exhibiciones caninas en la nieve…
–Yo puedo ser todo lo escéptico o crítico que quiera con toda la parafernalia que conlleva este mundo: el esnobismo, los intereses creados, el sistema de castas, la superficialidad y todo eso pero al fin y al cabo yo también estoy en él y no deja de ser el aliño de la ensalada, puedes echarle o no a tu gusto. Y detrás de la alfombra roja y el cóctel de la inauguración hay artistas, algunos muy buenos, intentando descifrar el mundo lo mejor que saben.
–En la serie principal que presentas en esta exposición hay 25 piezas, casi todas en papel, que titulas con los nombres de todos los ganadores del Premio Turner, ¿se trata de un homenaje a estos autores?
–No, ni tampoco una parodia. Es algo más egoísta que eso, porque al final lo que trato es de descolocarme poniéndome algunas zancadillas y que mi obra se beneficie de no estar soportando mis obsesiones todo el tiempo. Ser otros para poder seguir siendo yo.
–¿Qué tipo de proceso has seguido para ello?
–He intentado acercarme a la obra de todos esos artistas tratando de hacer mío su universo de intereses, sus procesos creativos y pasarlos por el filtro de mis herramientas y visión propia. No me interesaba producir citas o utilizar aspectos visuales de sus obras ni que resultaran reconocibles en las imágenes. La idea está entre plantar un caballete enfrente de un artista en vez de ante un paisaje y travestirme en Gilbert & George, Damien Hirst o Grayson Perry (hablando de travestidos). O también podría ser como el médium que cede su cuerpo a espíritus ajenos para lanzar mensajes del más allá, aunque siempre se te puede colar un espíritu burlón que te engañe haciéndose pasar por otro.
–¿Y no te da miedo que la exposición sea demasiado dispar o incoherente o, en cierta forma, de renunciar a ti mismo?
–No, y no tengo mucho que traicionar. Ya he dicho otras veces que nunca he intentado tener un estilo, aunque al final irremediablemente te identifican con una manera de hacer, siempre he tratado de usar la pintura de una forma lo más neutra posible precisamente para que me permita tratar todo tipo de cuestiones, ambientes, proyectos… utilizar sus recursos según los voy necesitando, sean de pintores de cualquier época, de ilustradores comerciales, de artesanos, e intentar que la pieza funcione estéticamente. Así que lo único diferente es que he utilizado un guión ajeno para realizar mi película, lo cual no la hace menos personal.
–¿Siempre ganan los mejores?
–En la nómina de todos estos años de este premio hay ganadores que me gustan mucho y otros que me horrorizan, creadores de fuste y otros que me parecen irrelevantes, pero esa no era la cuestión a la hora de hacer estas obras.
–¿Y cuál era?
–La de que la cuestión no es si me gusta o no me gusta. Doy por hecho que aunque muchos artistas no conecten con mis intereses están ahí por algo, porque alguien generalmente inteligente ha encontrado algo interesante en ellos en ese momento y lugar. Así que se trata de ver qué me está diciendo esa obra, intentando separar el grano de la paja, y ver si hay algo en ella que me pueda servir para mi propia experiencia, o en este caso para mi propia obra. Los artistas somos esos tipos que se supone que se pasan la vida pensando en cuestiones en las que el resto de la gente no piensa, cuestiones plásticas, conceptuales, etc; eso es lo que hacemos en esta sociedad, más que fabricar objetos decorativos, aunque también. Vale la pena que te pases un rato intentando descifrar ese crucigrama.
–Pero tendrás tu propia galería de favoritos del Turner.
–Claro que los tengo, tanto en la lista de ganadores como en la de los que quedaron finalistas y no ganaron, pero curiosamente no creo que me hayan salido mejores obras según mi grado de querencia con el artista, muchas veces ha ocurrido lo contrario, y eso está bien.
–¿Y que sentido tiene todo esto en este apartado rincón del imperio?¿Qué tiene que ver un gran acontecimiento global con una exposición en una galería de una capital de provincias?
–Mucha, ésta es una exposición que no creo que se me hubiera ocurrido si no la estuviera haciendo desde y en la periferia. Parece que sean como dos galaxias muy lejanas, como la ceremonia de los oscars y el cine de verano de un pueblo, pero yo lo veo todo como un gran organismo multiforme, un gran pulpo lleno de tentáculos o como el sistema circulatorio: estos grandes acontecimientos son como el impulso mecánico que hace que la sangre riegue todos los tejidos. Lo importante no son los premios ni las grandes bienales, documentas, arcos y todo eso, lo es la cultura del día a día, pero a mí sólo me sirve si ésta forma parte de algo más universal, si tiene un pie fuertemente arraigado en la tierra y otro intentando formar parte del pelotón de cabeza. No quiero enterarme de las cosas en los libros de historia de dentro de un par de décadas por vivir en una esquina medio africana.
–¿Es la eterna lucha entre lo cosmopolita y lo provinciano?
–O más bien entre el chovinista y el esnob, un debate bastante estéril por otra parte. Si las escenas artísticas locales no se conectan con la cabeza, y ahora es mucho más fácil a través de las nuevas tecnologías o la facilidad para viajar, acabamos asumiendo el sentido peyorativo de lo provinciano. Y las patas del pulpo del que hablaba se necrosan con facilidad si no les llega sangre en condiciones. Siempre es preferible discutir si los nuevos nominados del Turner son una basura o no, antes que estar obsesionándose en la cruzada por la subvención perdida o la cuota de poder artístico en tu pueblo. Y lo bueno de estos tiempos es que se puede participar en el debate de la contemporaneidad desde cualquier rinconcito del planeta. Sólo hay que mantener viva la curiosidad y no dar nada por sentado.