TIAF & Galerie D’Este, Montreal. Octubre/Noviembre 2009
Si las obras de Ángel Mateo Charris fascinan tanto como intrigan, es porque nos invitan a un peculiar universo donde realidad y ficción colisionan con asombrosa exhuberancia. El espacio pictórico se inscribe en un universo cuasi arquitectónico donde las formas destiladas crean una estética en la frontera entre minimalismo y surrealismo. Por mucho que sus pinturas se integren dentro del realismo figurativo, el artista siempre incluye inteligentemente una dosis de fantasía. La transparencia de la iconografía contrasta con la opacidad semántica hasta confundir lo narrativo con un desconcertante peso simbólico. En esencia, el aparente realismo de las figuras es ensombrecido por la extravagante ambigüedad de las escenas.
Yuxtaponiendo iconos fuertemente codificados tanto cultural (Darth Vader, pitufos o Mickey Mouse) como artísticos (el cerdo de Paul MCarthy) con imágenes familiares (el muñeco de nieve), el artista español traduce su percepción de la realidad. Enfrentado a la visión onírica de De Chirico, Charris, que admite su fascinación por el artista italiano, establece su propia concepción del mundo a través del mestizaje de referencias culturales contemporáneas. La tensión narrativa generada por su hibridación figurativa permite al artista desvelar sus propios puntos de vista sobre lo real, lo humano y lo social.
Yuxtaponiendo iconos fuertemente codificados tanto cultural (Darth Vader, pitufos o Mickey Mouse) como artísticos (el cerdo de Paul MCarthy) con imágenes familiares (el muñeco de nieve), el artista español traduce su percepción de la realidad. Enfrentado a la visión onírica de De Chirico, Charris, que admite su fascinación por el artista italiano, establece su propia concepción del mundo a través del mestizaje de referencias culturales contemporáneas. La tensión narrativa generada por su hibridación figurativa permite al artista desvelar sus propios puntos de vista sobre lo real, lo humano y lo social.
Excentricidad, incoherencia y contradicciones icónicas entran en un poético diálogo visual que ofrece al espectador un espacio singularmente eficaz para la reflexión. Los cuadros de Charris son ciertamente obras para ser estudiadas atentamente pero, más importante, son obras a través de las que meditar. Si su fuerza simbólica viene de una especialmente audaz enumeración de las referencias culturales y artísticas que dan forma a nuestra cotidianeidad, su eficiencia es el resultado de la potencia narrativa y semántica inherente a cada pieza. Al espectador se le deja sin una clave para la interpretación. Cada uno puede crear su propia narración y relacionarse con las obras a su manera. Por ejemplo, cuando miramos por primera vez Faust (2009), uno no puede más que sorprenderse por el encuentro desproporcionado entre un hombre anónimo con abrigo y una enorme máscara de Darth Vader. ¿Qué estará pensando este moderno Fausto enfrentado con la inmensidad de su propio lado oscuro? ¿Venderá su alma al diablo como el personaje tan querido por Goethe? Sea cual sea la consecuencia de esta confrontación, el vagabundeo de este Fausto parece tan inevitable como el del hombre de Mudanza (2009), cuyo equipaje es tan pesado como la incertidumbre de su identidad.
Es, por tanto, con la ironía, la melancolía y la interrogante existencial, con lo que Charris presenta una personal y particularmente lúcida visión de la realidad. Estamos invitados a penetrar en este fantástico imaginario para echar una mirada tan crítica como mágica a nuestra existencia contemporánea.
Es, por tanto, con la ironía, la melancolía y la interrogante existencial, con lo que Charris presenta una personal y particularmente lúcida visión de la realidad. Estamos invitados a penetrar en este fantástico imaginario para echar una mirada tan crítica como mágica a nuestra existencia contemporánea.
Émilie Granjon
Traducción libre
TORONTO
TORONTO INTERNATIONAL ART FAIR 2009tiafair.com · Booth # 106 · Oct 22/26
TORONTO INTERNATIONAL ART FAIR 2009tiafair.com · Booth # 106 · Oct 22/26
MONTREAL
GALERIE D'ESTEDel 31.10.09 al 29.11.09
Inauguración: 31.10.09, de 14h a 17h.
1329, AVENUE GREENE MONTRÉAL, (QUÉBEC) H3Z 2A5 CANADA
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MÉTRO: Atwater
T. (514) 846-1515F. (514) 8461196
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OPENING HOURS
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Saturday: 10:00 am to 5:00 pm
Sunday: 12:00 pm to 5:00 pm
If the works of Angel Mateo Charris fascinate as much as they intrigue, it is because they invite us into a peculiar universe where reality and fiction collide with stunning exuberance. The picture space is inscribed in a quasi-architectural universe where the distilled forms create an aesthetic at the juncture between minimalism and surrealism. As much as the paintings feature figurative naturalism, the artist cleverly includes a dose of fantasy. The transparency of the iconography is contrasted with semantic opacity to confound the narrative with a disconcerting symbolic weight. In essence, the apparent realism of the figures is overshadowed by the extravagant ambiguity of the depicted scenes.
By juxtaposing strongly coded icons both cultural (Darth Vader, Smurfs or Mickey Mouse) and artistic (Paul McCarthy's pig) with familiar imagery (the snowman), the Spanish artist translates his perception of reality. Working counter to De Chirico's dreamlike vision, Charris, admittedly fascinated by the Italian artist, establishes his conception of the world through the metissage of contemporary cultural references. The narrative tension generated by his figurative hybridization allows the artist to unveil his own views on reality, mankind and society.
By juxtaposing strongly coded icons both cultural (Darth Vader, Smurfs or Mickey Mouse) and artistic (Paul McCarthy's pig) with familiar imagery (the snowman), the Spanish artist translates his perception of reality. Working counter to De Chirico's dreamlike vision, Charris, admittedly fascinated by the Italian artist, establishes his conception of the world through the metissage of contemporary cultural references. The narrative tension generated by his figurative hybridization allows the artist to unveil his own views on reality, mankind and society.
Eccentricity, incoherence and iconic contradictions enter into a poetic visual dialogue that offers the viewer a singularly efficient space for reflection. Charris' paintings are certainly works to be attentively studied, but more importantly, they are works upon which to meditate. If their symbolic strength comes from an especially audacious iteration of cultural and artistic references that shape our daily lives, their efficiency is the result of the semantic and narrative potential inherent to each piece. The viewer is left without a key to interpretation. It is for each person to create his or her own story and to relate the works to each other. For example, when first looking at Faust (2009), one cannot help but be surprised by the adimensional confrontation of the anonymous coated man with the enormous mask of Darth Vader. What can this modern Faust be thinking, faced with the immensity of his own dark side? Will he sell his soul to the devil like the character so dear to Goethe? Whatever the outcome of this confrontation, the restless wandering of this Faust seems as inescapable as that of the man of Mudanza (2009), whose luggage is as heavy as the uncertainty of his identity.
It is, therefore, with irony, melancholy and existential questioning that Charris presents a personal and particularly lucid vision of reality. We are invited to penetrate into this fantastic imagining to turn a gaze just as critical and magical on our contemporary existence.
It is, therefore, with irony, melancholy and existential questioning that Charris presents a personal and particularly lucid vision of reality. We are invited to penetrate into this fantastic imagining to turn a gaze just as critical and magical on our contemporary existence.
Émilie Granjon
Free Translation
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